El Campillo regaló dos puntos al Zalamea en su visita al Manuel Perea Anta. ésta es la agria sensación con la que salió del estadio la afición blanquiazul, después de ver cómo los suyos se fueron al descanso con un claro 0-2 en el marcador y con dos efectivos más sobre el campo. Una situación que hacía respirar a los pupilos de Arsenio Piñero tras una primera parte en la que el cuadro dirigido por Juanma marrarra múltiples ocasiones ante el portal campillero. La más clara, un cabezazo a bocajarro del pequeño delantero Luque que, incomprensiblemente, se marchó fuera ante la mirada de sorpresa de un batido Manuel David.

Tras la reanudación, los visitantes, en lugar de buscar de manera decidida un tercer tanto que hiciera insalvable la brecha en el casillero, pecaron de conformistas y mantuvieron el sistema conservador con el que habían saltado al césped, con un solo punta y cinco hombres dedicados en exclusiva a labores de contención. Aún así, Samuel gozó de una inmejorable oportunidad para anotar el 0-3, pero no vio a Gordillo a su izquierda y su disparo se estrelló ante el meta Juan Centeno. El Zalamea, por su parte, encontró el premio a su constancia en un penalti absurdo cometido por Dani Rachón sobre Luque, que derivó en su expulsión y en el 1-2. La contienda se igualaba de nuevo.

La falta de acierto que ahogó a los zalameños en el primer periodo se tornaría en efectividad en la segunda mitad. La fortuna había sonreído al Campillo para permitir que se dirigiera a los vestuarios con un saldo de dos tantos con sólo dos aproximaciones de peligro al área rival: la de Gordillo, en el minuto 7 (0-1); y el disparo de Emilio (minuto 44) que desviaría Isaac con la mano cuando el cuero ya se colaba en la red y que derivó en una pena máxima transformada por el propio ariete blanquiazul y en las expulsiones de Isaac y Eloy, este último por protestar. Pero esa suerte se puso del lado de los de Juanma tras el descanso.

Con el 1-2 empezó a hacer mella en los visitantes un cierto miedo a perder que les impedía controlar el choque. Aún contaban los de Arsenio Piñero con un jugador más sobre el campo, pero en la grada se mascaba la tragedia. Se veía venir el gol del Zalamea. Así fue, y de manera trágica. Corría el minuto 69 cuando Raúl realiza una entrada por detrás para cortar una rápida contra local. El cerebro de los campilleros fue expulsado. La falta fue colgada al área y, en una intervención desgraciada, a Manuel David se le resbala el cuero entre los dedos. Pablo, a puerta vacía, establece la igualada. El marcador ya no se movería, pero el Campillo sufriría para, al menos, salvar un punto.

Oportunidad perdida
El empate, aunque es un resultado que muchos habrían dado por bueno antes del pitido inicial, constituye, por cómo se desarrollaron los acontecimientos, una oportunidad perdida, pues el Campillo lamió un triunfo que le habría consolidado en la zona noble de la tabla, en los puestos que dan acceso a disputar la eliminatoria de ascenso a Regional Preferente. La victoria habría dejado a su inmediato perseguidor, el Zalamea, a una distancia de ocho puntos. Un colchón que habría permitido a los blanquiazules afrontar sus próximos compromisos con las máximas garantías. Visto desde otro ángulo, no obstante, el 2-2 sólo es un mal menor, pues deja las cosas, prácticamente, como estaban.